sábado, junio 25

Voy en reversa, voy en su-vida.

Estoy complicada para expresarme, tengo la sensación de que lo que digo no coincide con las relaciones que armo en el cerebro, o donde quiera que se armen.

Cambiar de lugar la mente por el corazón es tarea ardua, de desconexión imposible, (te darás cuenta cuando veas lo que deja de pasar, o cuando sepa explicarlo).

Creo saber lo que sucede (ya no tengo 15) pero me enredo cuando pongo atención a las voces que hablan más bajito y con otro tono. Ellas son distintas, originales y alternativas a la vez. Cuando las oigo sonrío con dientes nuevos, me siento una bola de nervios, me transporto a nada, me olvido.

Partir suponiendo que esto es cierto o falso es finalmente inferir. Por favor, no lo hagas, no bajo mi nombre. No tropieces con mis piedras; yo no apostaría a mi juego, ni al tuyo.

Ambos somos parte de la minoría del desconcierto, no del mismo mundo (o modo).
Entender qué diablos pasa no es más satisfactorio que enmarañarlo; no intento actuar inteligentemente, ese vestido no cabe en mi ropero.

La inestabilidad es nuestra sombra, debieras... discutírmelo, debieras leer mis actos como se lee cuando se quiere. Debieras si me debieras, ése es el punto.
Eso me apena.

Cabes en mis palabras, no somos ellas ni sus funciones, no sé si digo lo que quiero decir, no sé si me importa.

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