No es más que una indirecta al mundo,
un inductor del sueño.
La histeria atroz de un memoria,
también atroz.
Una evacuación que maravilla,
todo porque rima y calza.
Un aullido que me disgusta.
No es más que la rabia
que impulsa al perro
a seguir ladrando cuando uno retrocede.
La encubierta que se adosó a mí
feroz, abusiva;
nosotras no crecimos abrazadas.
Me dejaron cuidándola,
y ahora no suelto el lápiz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario