domingo, agosto 5

Las de llaneza desbandada
no entendemos a las mujeres.
Sostenemos ser suaves sin valernos
del irritante aceite
que chorrea el taco aguja.
Ellas, sus reportes,
con delicado remilgo;
sin ellas, tampoco nosotras.
Hijas de su escepticismo
empiezan así el desesperante camino
de dudar sobre sí misma.
Requiriendo nuevamente
el espaldarazo de nacer costilla.

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